1 de octubre de 2015

EL OTOÑO...


"Hace falta ser un absoluto y perfecto idiota para no sucumbir ante la belleza del Otoño ". E. M. Cioran

Hace escasos días que el Otoño llegó hasta nosotros. Apareció de nuevo el pasado 23 de Septiembre, sería sobre las 11 de la noche cuando presentí su llegada. Con él llega el tiempo del cambio, y algunas cosas comienzan a vivir ligeras pero necesarias transformaciones.



El Otoño es tiempo de cambios .
Si observamos un poco a nuestro alrededor podemos ver como las copas de los árboles inician su muda de colores; los verdes dejan paso a los amarillos y a los rojizos, los tonos más oscuros invaden los bosques; la piel de los árboles (descendientes silenciosos de los ENTS de antaño) se visten con trajes de verde musgo, marrones, pieles llenas de sabiduría y emociones.

El tapiz celeste también nos ofrece un repertorio diferente de colores y de matices. La brillante Venus nos contemplará desde la bóveda estelar; las lluvias y las nieblas inician sus siempre tan esperadas actuaciones. Cuanta belleza existe en una tarde de lluvia sobre el Montseny...!!!


Pero también hay lugar para otros cambios internos, más íntimos, más privados...
Hay días, en que de forma inadvertida, casi espontánea, me permito ciertas licencias que rozan la nostalgia, una conexión sonora con el silencio más intimista, un instante en el que me escucho decir cosas de las que luego cuesta tanto hablar. 

Me dejo emocionar y embriagar cada amanecer mientras juego al escondite con el Sol, al contemplar el juego seductor de las montañas y las nubes de Otoño; cuando escucho los susurros y las historias de los castaños en una tarde, en la que la lluvia me invita a pasear, y posponer mi paseo en bicicleta para otro día y otro momento; al reconocer en el aire el olor de las primeras chimeneas, las cuales despiertan de un largo letargo. Y sobretodo, cada vez que me reencuentro con mis amigas las Pléyades, las siete hijas del Titán Atlas, las cuales nos suelen anunciar con su presencia que el frío ya ha iniciado su viaje (tan limpias y brillantes gracias a "ELLOS".. )

El Otoño es tiempo de cambios, de reflexiones intimas, privadas. Quizás compartidas con la persona amada, con los caminos y montañas perennes, con los senderos cubiertos de hojas y de olor a tierra húmeda, con los grises y los fríos de las crestas alpinas, con el manto nevado que en breve volveré a visitar; con otros cronopios...


El Otoño es tiempo de cambios, de silencios. En ocasiones, esos mismos silencios no me piden nada, y aún así logran que lo de todo. Me enfrentan contra mi mismo, mostrándome los accesos hacia mis compartimentos estancos, enseñándome que el desorden es a veces tan hermoso y necesario como lo es una puesta de sol. 
Pero hoy, recurro de nuevo, a la abrumadora sencillez de un teclado para iniciar otro cambio. Un instrumento más que me ayude a vomitar las palabras acumuladas, a compartirlas, a intentar plasmar, en este pequeño rincón onírico, emociones, sensaciones que navegan por mi piel y por mis venas, por las raíces, por los senderos de mis bosques, por los riachuelos, por las cimas de las montañas...

Ahora sólo queda saber disfrutar y emocionarse, saborear los cambios. Es tiempo de contemplar, de construir, es tiempo de cambios... y de SILENCIO .

PD.- Texto recuperado del fondo de mi blogoteca. Es el primer texto que colgué en éste mismo blog, hace ya la friolera de más de nueve años. Lo he retocado y actualizado un poco, pero es curioso tener sensaciones parecidas al leerlo y al reescribirlo. Quizás sea la magia del Otoño. 

15 de junio de 2015

IZANDO VELAS...

Canciones, palabras y momentos que remueven piel, estómago y alma... Abriendo nuevas puertas hacia un destino incierto, pero con la certeza de que es el camino que uno ha elegido... y en él seguimos... Ha sido necesario el permanecer anclado durante un cierto tiempo, al abrigo de vientos y tempestades,  reparando jarcias y velas, renovando mástiles y aparejos, llenando la despensa de víveres y alimentos... Es momento de volver a izar las velas, y surcar nuevos mares...

"Hicimos las maletas y dijimos adiós
Deshicimos el nudo e izamos la vela
Lanzamos nuestros corazones al mar
Olvidando todos nuestros recuerdos
El viento era suave y olía al hogar
El mar agitado parecía extraño
Escapando de las costas de la locura
Luz de alba, crepúsculo, infinito
¿Podemos mantener nuestro rumbo recto
O estaremos desviándonos de la trayectoria?
¿Sómos instrumentos del destino?
¿Tenemos de veras una opción?
Una voz susurra entre vendavales
Como en las canciones y cuentos de la niñez
Donde el Kraken rugiendo en el mar
Agrieta  barcos en miles de pedazos
¿Podemos mantener nuestro rumbo recto
O estaremos desviándonos de la trayectoria?
¿Somos instrumentos del destino?
¿Tenemos de veras una opción?
Lanzamos nuestros corazones al mar
Olvidando todos nuestros recuerdos" 
WOODKID (Boat Song) 

15 de febrero de 2015

EL OTRO...


"Nadie debería enfrentarse solo al submundo" (Edgard Allan Poe)

CAPÍTULO 1

Llevaba dos días allá arriba. Aquella fría y limpia mañana, enrojecida de tanto amanecer, decidí asomarme hacia el valle helado, y volver a esperar...

Pasé un largo rato sin apenas moverme, notando lo agrietado de mis labios por la sequedad del aire y lo afilado del frío al entrar en contacto con mi rostro, la torpeza de mis manos al querer cerrarme mejor la cremallera de la chaqueta. La última señal enviada por el geo-localizador, indicaba que los tenía cerca. Pero no conseguía distinguir ese punto anaranjado de nailon en el que esperaba encontrar a mi compañero y su fiel sherpa. Con el de hoy, ya llevan 6 días por encima de la zona de la muerte. 

Cuando por fin decidió salir el sol, no daba crédito a lo que pude distinguir a lo lejos, a unos 400 mts por encima de mi, semi tapado por lo que parecía un alud de nieve de color gris y marrón, todavía humeante. Sabía lo que debía hacer. Y lo hice. 


Después de dos horas largas de sudor y esfuerzo, conseguí llegar a la tienda de altura. Nadie respondió a mis gritos, nadie apareció al escuchar su nombre.Tras despejar un poco la zona y palear la nieve acumulada, pude observar que parecía haber caído sobre ella, una especie de ceniza grisácea que había provocado que la tela de la tienda estuviera plagada de pequeños orificios. ¿Qué fue lo que ocurrió?, ¿qué provocó estas quemaduras...? No tengo ni idea. Además de la desaparición de mis compañeros, aparecía otro misterio para el que no tenía respuestas, o para ser olvidado con el paso del tiempo. 

Mientras permanezco sentado ante los restos de lo que era un campamento de altura, imagino copos de ceniza incandescente, cayendo sin parar y flotando como la nieve. Cayendo por todas partes, mezclándose con el rugido de la tormenta; deslizándose por una avalancha de calor, una enorme lengua de materia piroclástica que incinerará todo lo que encuentre a su paso. Aunque por el momento -todavía tengo tiempo-  tan solo puedo percibir unos diminutos y minúsculos copos de ceniza que perforan, sin prisa pero sin pausa, la tela protectora de mi chaqueta de plumas de última generación. Alzo la mirada y busco a lo lejos...qué busco...? No hay nadie.

Tras las gafas de ventisca, mi cara se topa con una extraña erupción de humo y nieve que continua ensuciando el cielo, eclipsando el sol y enturbiando mi alma. Una vez me dijeron que ante éstas situaciones, solo había una opción, y es la que eligen los valientes.. Escapar del camino...


Tras cerciorarme de que no había nadie sepultado bajo el amasijo del pequeño rompecabezas de tela anaranjada de nailon y de palos de fibra de carbono, tomé la decisión. La opción más evidente era dejar atrás todo esto de una vez. Iniciar el descenso y no volver la vista atrás. Enseguida me dí cuenta de lo agradable de mi pensamiento. Una idea que apestaba a esperanza y vida, y no a azufre y nieve podrida.

Y así lo hice...

CAPÍTULO 2

Voy bajando lentamente y con suma precaución. Este terreno hostil mezcla de nieve y cenizas, hielo y lava, no me permite bajar la guardia. El frío y los gases que desprende la ladera, me hacen dudar entre lo que es fruto de mi imaginación y lo que es la realidad. Comienzan a asomar las primeras dudas, la incertidumbre...dónde están mis compañeros...? qué ha pasado...? dónde estamos...? Qué coño...!!! dónde estoy...? Aquí no queda nadie más que yo; y la maldición de blancos y grises sobre esta masa nívea y humeante.


Sea como sea, debo seguir bajando, perdiendo altura, seguir hasta el hombro rocoso donde se encuentra el C1. Una tienda de altura, con una pequeña reserva de alimentos sigue allí. Cuando llego ya es casi de noche. Lo sé por el reloj digital, un viejo Casio de pulsera con una pila inagotable, que me ha acompañado en varios de mis anteriores viajes; además de que el cielo engrisado no me ha permitido ver el cielo, ni poder localizar la posición del sol. Respiro aliviado mientras entro en la tienda. Me encierro en su interior, doble cremallera, velcro de autosellado, tejidos aislantes de última generación, y por primera vez en varios días, permito que mi cuerpo se relaje.

Por qué estoy aquí...? Llegué a está expedición siguiendo el consejo de mi neuropsiquiatra. Unos innovadores experimentos realizados por prestigiosos psiquiatras estadounidenses,  revelaron que si se sometía a individuos con trastornos de personalidad paranoide, a una larga exposición en ambientes hostiles y con carencia de oxigeno, ello les permitía enfrentarse a situaciones problemáticas, en los que la evidencia del YO más íntimo y profundo era la puerta para encontrar dichas soluciones; por lo que les podría ayudar a discernir lo que es real de lo que no lo es; reconocer al verdadero YO, separar y apartar las otras realidades elaboradas por el subconsciente, y superar episodios de crisis.
Todo esto tal vez sea cierto, pero ahora, en éste instante, tan solo quiero escapar del Camino. Quizás sea yo mismo el Camino.


De nuevo me asaltan las dudas, más incertidumbres, desconfianza ante lo vivido, dónde se han metido mis compañeros.. ? Por qué me han dejado sólo.. ? Qué pasa si mis dudas no tienen que ver con ésta montaña...? con ésta expedición...? Y si esos diminutos copos, humeantes y de origen desconocido, además de perforar el tejido de las tiendas de altura, sean tal vez minúsculos avisos de emergencia..? enviados por mi maltrecho y dolorido sistema inmunológico, para que me de cuenta de la aparición de unos micro agujeros en el tejido de mi masa encefálica, mientras el rincón donde habitan los recuerdos y los olvidos es desmontado y alterado de forma lenta y gradual, y se va deshaciendo el muro que permitía mantenerme cuerdo, sin poder discernir entre lo que es la razón y lo que es mi jodida imaginación. No hay duda, debo salir de aquí cuanto antes.

Reviso comida y material; un trozo de 30 mts de cuerda; la luz del frontal que ya casi no alumbra; dos sobres de comida liofilizada y un tarugo de queso seco y duro; la ropa deteriorada y con olor a amoníaco... El viento en el exterior inicia su sinfonía de ausencias y de miedos, al mismo tiempo que una ligera punzada en la sien me recuerda que no debería haber dejado de tomar la medicación. Ya son demasiados días. Intento salir de la tienda, pero el velcro está congelado y las cremalleras bloqueadas. El ambiente está cada vez más enrarecido. Intento reventar las cremalleras, quiero salir de aquí de una puta vez..!!! Una lágrima resbala por mi rostro y un escalofrío me atenaza pescuezo y esófago. No he sabido escapar a tiempo del Camino, y estoy en el lugar y el momento equivocados.


Consigo, a pesar de la poca movilidad de mis dedos, y con la ayuda de mi dentadura y de mi rabia no desahogada, entreabrir, yo diría destrozar, un pequeño trozo de tela de la entrada de la tienda (por qué dejaría el piolet y los crampones fuera...? ) En ese instante, noto como se me encoge el estómago, un nudo del tamaño de una naranja, el corazón se acelera, la aorta pulsando con fuerza, el dolor en la sien aumenta, puedo notar el diafragma luchando por expandir mi cavidad respiratoria y acelerando mi respiración. Me doy cuenta de que a pesar de mi experiencia, de mi estado de alerta, he pasado por alto el hecho más obvio de todos: lo que yo pretendía dejar atrás allá arriba, lo he traído hasta aquí conmigo. Lo que quería encerrar y dejar fuera, lo he encerrado dentro, conmigo.
Y no. A pesar del tratamiento, del trabajo de los últimos 13 meses y de las 4 semanas de expedición, no se ha ido. Ese ser escurridizo y paranoide que soy yo mismo, sigue aquí conmigo y yo no puedo hacer nada por sacarlo de mi cabeza...

FIN...?



"Sentíamos la belleza solitaria del atardecer, el inmenso silencio rugiente del viento, lo frágil que era nuestro vínculo con todo lo que quedaba más abajo. Sentíamos un asomo de miedo, no por nuestras vidas, sino por aquel desconocido que se cernía sobre nosotros."

Thomas F.Hornbein (Everest, la cara Oeste)

PD.- Photo 1 by San Google; photo 2 by Bego.