Erase una vez que se era, dos pequeños y sonrientes niños, IAN y ZAYDA. Vivian en una de esas ciudades en las que el asfalto y las prisas han engullido sin piedad, aquellos rincones en los que poder jugar durante horas, inventando historias, siendo nómadas o viajeros intemporales que llegan a lugares mágicos en países imaginarios.
Un buen día, IAN y ZAYDA decidieron escaparse juntos para casarse y llegar hasta la montaña más hermosa del planeta. Eran compañeros del colegio y siempre andaban buscando los colores verdes de la hierba, los azules del mar y del cielo, los blancos de las gordas nubes y de lo más alto de las cimas. Decidieron huir del negro del asfalto y del gris de los edificios.
IAN había dicho en casa que le gustaría llegar hasta una montaña mágica que había visto en un mapa en clase de Geografía, una montaña blanca y preciosa y cuyo nombre significaba “el collar de la madre y de la perla”, aunque todo el mundo la conocía como Ama Dablam. Quería encontrar ese collar, se lo quería regalar a su amiga ZAYDA, su compañera de juegos, de viajes inventados.
Su padres, como en otras tantas ocasiones, no prestaron excesiva atención a lo que familiarmente llamaban “otra de las fantasías del niño”. Un jueves al mediodía, decidido y sonriente, partió a la búsqueda de la montaña mágica. Al salir del comedor escolar, cojió de la mano a ZAYDA, cogieron prestados un poco de pan y algo de fruta, esperaron a que cuidadores y profesores se dieran la vuelta, y en un plis-plas, se perdieron entre esas calles llenas de gente que no sabían lo que buscaban.
No les duró mucho su aventura, una deliciosa y romántica aventura en busca de la montaña con la que ambos soñaban. El guardia forestal que los encontró, se sorprendió de que dos niños de 9 años, hubieran caminado una quincena de kilómetros, y hubieran pasado una noche solos, durmiendo en medio de un espeso bosque lleno de vegetación.
El pequeño Romeo y su Julieta estaban despertando, abrazados el uno al otro, tumbados en la hierba y sin muestras de tener ningún miedo. En el día y medio que duró su huída, no les dió tiempo a llegar al mar, ni acercarse siquiera a su montaña. Además, deberían esperar unos cuantos años para poder casarse.
El resultado, triste y real, de la aventura, es que a IAN le puede haber salido la historia al revés:
1.- Por no haber podido llegar a la montaña de sus sueños, es posible que sus padres le hagan renunciar a los suyos de una vez por todas.
2.- ZAYDA le ha dicho que ya no le gusta, que se ha dado cuenta de que es más bajito que ella, y que esas pecas de la cara ya no le parecen divertidas. La madre de ella ha aprovechado para culpar al pequeño Romeo de haber obligado a su hija a fugarse.
3.- Los padres de IAN, han decidido quemar todos los libros de historias de montañismo, aquellos bellos mapas de lugares lejanos y con nombres tan raros ( Himalaya, Pamir, McKinley ) que provocaban tantas y tan “negativas” fantasías en el niño, y encerrarlo durante algún tiempo, en un colegio internado y lejos de las montañas.
Lo cierto de toda esta historia, es que la fuga de IAN y ZAYDA, la habían planeado los dos, hace ya mucho tiempo, mientras jugaban y soñaban en el patio, mientras se divertían haciendo un mapa con ramas, hojas y arena, con las formas de esas montañas, como el que un viejo profesor lleno de canas y con la mirada contagiada por la belleza de todas las cimas del mundo, les había mostrado en una clase de Geografía.
Y que se pongan como se pongan los padres de ambos, podéis estar seguros que lo que más les preocupa a IAN y a ZAYDA, es no saber cómo llegar a esa montaña hermosa y mágica con la que, tanto ellos, como yo, llevamos soñando desde hace tiempo.