9 de mayo de 2016

QUIZÁS FUE ASÍ... (Ultrabike 2016)

Fue como sí el viento de finales de Abril los hubiese arrastrado hasta allí esa noche.
Venían desde los cuatro puntos cardinales, acompañados de un fuerte viento, desagradable, cortante y frío. Llegaron flotando como hojas secas y periódicos amarilleados por la humedad, procedentes de mil lugares y de ninguna parte. 


Vestían con trajes y camisetas, pantalones cortos y zapatillas; llevaban mochilas y extrañas bolsas con extraños artilugios bajo el brazo; susurraban, hablaban a solas o guardaban silencio, como la noche. Fue como si el frío viento de Invernalia los hubiese llevado hasta allí. Quizás fue así.

El último viento de la inquietante Primavera avisó rugiendo desde las montañas. Trajo dudas, cielos negros y agua. Era traidor y cortaba como el frío filo de una navaja. Si te tocaba la piel, ya podías taparte hasta las entrañas. Una vez metido en tu cuerpo, no volverías a ser el mismo.


Se dispersaron en la negra madrugada con sus máquinas, camino de ningún lugar, silenciosos, con el vacío en el estómago y un futuro incierto y lejano en la mirada. Pero se fueron más vacilantes de lo que habían llegado, como si durante la noche les hubiera visitado una entidad demoníaca, o algún ser inmaterial y desconocido les hubiera depositado la incertidumbre en su interior. El silencio reinante no les pedía nada, y ellos no sabían que lograria que lo dieran todo; algo que, seguro no iban a olvidar.


Durante horas sucumbieron a la compañía de cielos y bosques, de montañas grises y abismos de soledad; de sonidos que mostraban el presente y de senderos que se abrían al futuro. Las tormentas se abrieron paso de nuevo. El frío teñía de blanco los tapices marrones de los bosques, dejándoles la piel marcada por la humedad y la inquietud de la penumbra reinante. Sólo unos pocos llegaron, y unos muchos sucumbieron a la inquietud y desazón de sus almas.


Se fueron sin mirar atrás, lentamente; solitarios y sin el abrigo del grupo, cambiando la seguridad de las débiles luces de sus monturas por la cálida certeza  del regreso a; su hogar.

De nuevo fue como si la noche los arrastrara hacia su negro corazón, desapareciendo de nuevo en la lejanía, como si la oscuridad se los hubiera tragado. Pero marcharon con un brillo distinto en la mirada que presagiaba que ya no serían los mismos nunca más.

Quizás fue así.


PD 1.- Una vez celebrada la cuarta edición de la Ultrabike, me apetecia revisar y retocar un cuento/relato, totalmente personal (etílico-imaginativo-psicodélico), que escribí en Octubre de 2103, con motivo de la 1ª edición de dicha prueba. Las condiciones reinantes en ésta edición 2016, me han recordado totalmente aquella primera vez.

Ya sabéis que si queréis descubrir la verdad... lo mejor es que nadie os la cuente.

PD 2.- Las fotos que acompañan el cuentito, son unas pequeñas joyas realizadas por el fotográfo y amigo Jordi Santacana.